TERCER NIVEL, CLASE 7
Los doce frutos del Espíritu Santo
1º
AMOR
Es el primero
de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y raíz de todos los demás. Siendo
El, la infinita caridad, o sea, el Amor Infinito, es lógico que comunique al
alma su llama, haciéndole amar a Dios con todo el corazón, con todas las
fuerzas y con toda la mente y al prójimo por amor a Dios. Donde falta este amor
no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida
eterna, ninguna verdadera y completa felicidad. Es lógico, también, que la
caridad sea un dulcísimo fruto, porque el amor de Dios, es alcanzar el propio
fin en la tierra y es el principio de esta unión en la eternidad.
2º
ALEGRÍA
Es el
fruto que emana espontáneamente de la caridad, como el perfume de la flor, la
luz del sol, el calor del fuego, da al alma un gozo profundo, producto de la
satisfacción que se tiene de la victoria lograda sobre sí mismo, y del haber
hecho el bien. Esta alegría no se apaga en las tribulaciones crece por medio de
ellas. Es alegría desbordada.
3º P A
Z
La
verdadera alegría lleva en sí la paz que es su perfección, porque supone y
garantiza el tranquilo goce del objeto amado. El objeto amado, por excelencia,
no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la paz es la tranquila seguridad de
poseerlo y estar en su gracia. Esta es la paz del Señor, que supera todo
sentido, como dice San Pablo (Fil. 4,7) pues es una alegría que supera todo
goce fundado en la carne o en las cosas materiales, y para obtenerla debemos
inmolar todo a Dios.
4º
PACIENCIA
Siendo la
vida una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles y contra las
fuerzas del mundo y del infierno, es necesaria mucha paciencia para superar las
turbaciones que estas luchas producen en nosotros, y para encontrarnos en
armonía con las criaturas con que tratamos, de diferente carácter, educación,
aspiraciones y a menudo dominadas por ideas fijas de todo tipo.
5º LONGAMINIDAD
Este
fruto del Espíritu Santo, confiere al alma una amplitud de vista y de
generosidad, por las cuales, ésta saber esperar la hora de la Divina
Providencia, cuando ve que se retrasa el cumplimiento de sus designios y sabe
tener bondad y paciencia con el prójimo, sin cansarse por su resistencia y su
oposición. Longanimidad es lo mismo que gran coraje, y gran ánimo en las
dificultades que se oponen al bien, es un ánimo sobrenaturalmente grande en
concebir y ejecutar las obras de la verdad.
6º
BENIGNIDAD
Es
disposición constante a la indulgencia y a la fabilidad en el hablar, en el
responder y en el actuar. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo un trato
rudo y áspero con los demás; la benignidad vuelve sociable y dulce en las
palabras y en el trato, a pesar de la rudeza y aspereza de los demás. Es una
gran señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.
7º
BONDAD
Es el
afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es como el fruto de la benignidad
para quien sufre y necesita ayuda. La bondad, efecto de la unión del alma con
Dios, bondad infinita, infunde el espíritu cristiano sobre el prójimo, haciendo
el bien y sanando a imitación de Jesucristo.
8º
MANSEDUMBRE
La
mansedumbre se opone a la ira y al rencor, se opone a la ira que quiere
imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas
recibidas. La mansedumbre hace al cristiano paloma sin hiel, cordero sin ira,
dulzura en las palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás.
9º
FIDELIDAD
Mantener
la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios, es virtud que
glorifica a Dios que es verdad. Quién promete sin cumplir, quien fija hora para
un encuentro y llega tarde, quien es cortés delante de una persona y luego la
desprecia a sus espaldas, falta a la sencillez de la paloma, sugerida por
Jesucristo e induce a los demás a la incertidumbre en las relaciones sociales.
10º
MODESTIA
La
modestia, como lo dice su nombre, pone el modo, es decir, regula la manera
apropiada y conveniente, en el vestir, en el hablar, en el caminar, en el reír,
en el jugar. Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros ojos para que
no se fijen en cosas vulgares e indecorosas, reflejando en ellos la pureza del
alma, armoniza nuestros labios uniendo a la sonrisa la simplicidad y la
caridad, excluyendo de todo ello lo áspero y mal educado.
11º
CONTINENCIA
La
continencia mantiene el orden en el interior del hombre, y como indica su
nombre, contiene en los justos límites la concupiscencia, no sólo en lo que
atañe a los placeres sensuales, sino también en lo que concierne al comer, al
beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres de la vida material. La
satisfacción de todos estos instintos que asemejan al hombre a los animales, es
ordenada por la continencia que tiene como fin energía, el amor a Dios.
12º
CASTIDAD
La
castidad es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del cristiano
templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada [porque
también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del
matrimonio] reina sobre su cuerpo, en gran paz y siente en ella, la inefable
alegría de la íntima amistad de Dios, habiendo dicho Jesús: Felices los limpios
de corazón, porque verán a Dios. Con la gracia de Dios.
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