SI QUIERES PUEDES CURARME
La Hora Santa que se realizó el día de hoy en la Basílica Menor San Antonio de Padua en nuestra comunidad fronteriza, fue precedida por el Rector Pbro. Reinaldo Contreras, quien dedico ese momento de adoración por la Salud de los enfermos, así nos unimos a la intención del Santo Padre el Papa Francisco en dedicarle tiempo a quien se encuentra en ese estado de fragilidad.
Mc. 1. 40-45. Curación de un leproso.
Este Evangelio nos habla de la curación
por Jesús de un leproso. En tiempos de Jesús, al leproso no sólo se le
consideraba un enfermo, sino además un pecador, castigado con la lepra por su
pecado. Tenía que apartarse de su familia y de la sociedad, para vivir entre
los leprosos, marginado de todo trato social. Las leyes prohibían acercarse al leproso y
el que lo hacía quedaba “contaminado” por la lepra y por el pecado. San Marcos al narrarnos la curación del
leproso, lo presenta como una liberación total del mal y del pecado y además la
reintegración a la sociedad civil y religiosa. “Compadecido…” Lo que mueve
a Jesús a acercarse al leproso es la compasión, piedad, misericordia, caridad,
humanidad, clemencia. Es el amor de Dios que se conmueve ante el dolor y la
marginación de la persona. El gesto de Jesús nace de su amor liberador que
rompe las leyes injustas de la marginación social y la mentalidad religiosa de
aquel tiempo, que miraba al leproso
como un pecador, castigado por Dios por los pecados que había cometido. La
curación de la lepra era signo de los tiempos mesiánicos. Había llegado el
Mesías, y todos los hombres eran reintegrados a la sociedad y quedaban limpios
del pecado. El leproso curado, a pesar del mandato de Jesús, no oculta su
alegría y pregona entusiasmado su cambio de vida, su nueva regeneración, su
dignidad de persona. Jesús sufre las
consecuencias de esta “buena noticia” que difunde el leproso curado. No puede
estar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares
solitarios. Jesús asume las consecuencias de enfrentarse a unas leyes injustas.
Es el “Mesías oculto” incomprendido por las autoridades políticas y religiosas.
¿qué me dice el Señor en este texto?
El
leproso se acerca a Jesús y le dice: “Si quieres, puedes limpiarme”. ¿Te
acercas a Jesús para pedirle que te limpie y sane? ¿Cuáles son tus “lepras”
hoy, las de tu ambiente, las de la sociedad…? Jesús viene a romper las barreras
de la injusticia y la discriminación entre las personas. Dios no quiere
personas que vivan esclavas y con temor. Nos ha creado para que, siendo sus
hijos, vivamos en alegría y en libertad. ¿Qué implican para ti hoy las palabras
de Jesús: “Quiero: queda limpio”? Dios
se manifiesta en Jesús como el “compasivo” que sintoniza con nuestro dolor, que
sufre con el que sufre, que está al lado del que lo necesita. ¿Percibes con
claridad que Jesús tiene compasión de ti, de tus infidelidades, de tus promesas
no cumplidas, de…?
¿qué responde al señor que me habla en el
texto?
Señor,
si quieres… Tú puedes… Hay tantas cosas que me gustaría dejar en tus manos. Mi
fragilidad, mis incoherencias, mi inconstancia, mi falta de amor… me ata a mi
realidad. Señor, tú quieres que deje en tus manos… mi vida mis preocupaciones,
mis proyectos… todo lo que soy y tengo. Señor, tú quieres y yo quiero… que te
manifieste y te reconozca en mi vida, en el que sufre, en el que te necesita, en
los pequeños, en los pobres…
¿Cómo reflejo en mi vida lo que me
dice Dios en el texto?
Contempla
como Jesús se acerca al leproso, extiende su mano, le toca y le dice: «Quiero:
queda limpio». Jesús hace lo mismo contigo y te dice: siéntete curado,
perdonado, redimido, amado… Jesús va por la vida haciendo el bien a todos,
sobre todo, a aquellos que le suplican con fe y confianza. Se compadece de los
humillados, de los enfermos… y les devuelve la dignidad como personas y como
hijos de Dios. En nuestra sociedad hay otros “leprosos”: sin trabajo,
marginados, incomprendidos… ¿qué sientes y puedes hacer por ellos? Con la
humildad del leproso curado interioriza y repite pausadamente, los cuatro
verbos que expresan lo que Jesús hizo con él:
Señor, tú puedes sanarme… Señor, tú puedes curarme… Señor, tú puedes limpiarme…
Señor, tú puedes purificarme… Interioriza este pensamiento de Teresa de
Jesús: “Lo que da valor a nuestra voluntad es juntarla con la de Dios, de
manera que no quiera otra cosa sino lo que Su Majestad quiere”.
¿A que me comprometo?





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