Pedro apacienta mis Ovejas
La Iglesia es apostólica
La
Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un
triple sentido:
Fue
y permanece edificada sobre "el fundamento de los Apóstoles" , testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo.
Guarda
y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanz, el buen depósito, las sanas palabras oídas a los Apóstoles.
Sigue
siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta de
Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio
de los obispos, "al que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor
de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia":
«Porque
no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo
proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de
aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el
Evangelio.
La misión de los Apóstoles
Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, "llamó
a los que él quiso, y vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con
él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 13-14). Desde entonces, serán sus
"enviados"]. En ellos continúa su propia misión: "Como el Padre
me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21; cf. Jn 13, 20; 17, 18). Por
tanto su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "Quien a
vosotros recibe, a mí me recibe", dice a los Doce (Mt 10, 40; cf, Lc 10,
16).
Jesús los asocia a su misión recibida del
Padre: como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta" (Jn 5,
19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a
quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin Él (cf. Jn 15, 5) de quien reciben
el encargo de la misión y el poder para cumplirla. Los Apóstoles de Cristo
saben por tanto que están calificados por Dios como "ministros de una
nueva alianza" (2 Co 3, 6), "ministros de Dios" (2 Co 6, 4),
"embajadores de Cristo" (2 Co 5, 20), "servidores de Cristo y
administradores de los misterios de Dios" (1 Co 4, 1).
En el encargo dado a los Apóstoles hay un
aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrección del Señor
y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay también un aspecto permanente de su
misión. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los
tiempos (cf. Mt 28, 20). "Esta misión divina confiada por Cristo a los
Apóstoles tiene que durar hasta el fin del mundo, pues el Evangelio que tienen
que transmitir es el principio de toda la vida de la Iglesia. Por eso los
Apóstoles se preocuparon de instituir sucesores".
Los obispos sucesores de los
Apóstoles
"Para
que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, [los Apóstoles]
encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más
inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les
encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les
había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto,
de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte,
otros hombres probados les sucedieran en el ministerio".
"Así
como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro,
ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera
permanece el ministerio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser
ejercido perennemente por el orden sagrado de los obispos". Por eso, la
Iglesia enseña que "por institución divina los obispos han sucedido a los
apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el
que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió" (LG
20).
El apostolado
Toda
la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San
Pedro y de los Apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la
Iglesia es apostólica en cuanto que ella es "enviada" al mundo
entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen
parte en este envío. "La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es
también vocación al apostolado". Se llama "apostolado" a
"toda la actividad del Cuerpo Místico" que tiende a "propagar el
Reino de Cristo por toda la tierra".
"Siendo
Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la
Iglesia", es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los
ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión vital con Cristo
(AA 4; cf. Jn 15, 5). Según sean las vocaciones, las interpretaciones de los
tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas
más diversas. Pero la caridad, conseguida sobre todo en la Eucaristía,
"siempre es como el alma de todo apostolado" (AA 3).
La
Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última,
porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos "el Reino
de los cielos", "el Reino de Dios" (cf. Ap 19, 6), que ha venido
en la persona de Cristo y que crece misteriosamente en el corazón de los que le
son incorporados hasta su plena manifestación escatológica. Entonces todos los
hombres rescatados por él, hechos en él "santos e inmaculados en presencia
de Dios en el Amor" (Ef 1, 4), serán reunidos como el único Pueblo de
Dios, "la Esposa del Cordero" (Ap 21, 9), "la Ciudad Santa que
baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios" (Ap 21, 10-11);
y "la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los
nombres de los doce Apóstoles del Cordero" (Ap 21, 14).
Resumen
La Iglesia es una: tiene un solo Señor;
confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma más que un solo
Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza (cf Ef
4, 3-5) a cuyo término se superarán todas las divisiones.
La
Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: los doce
Apóstoles del Cordero (Ap 21, 14); es indestructible (cf. Mt 16, 18); se
mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y
los demás Apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los
obispos.
"La
única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa,
católica y apostólica [...] subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el
sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él, aunque sin duda, fuera
de su estructura visible, pueden encontrarse muchos elementos de santificación
y de verdad"
El programa Eclesial de nuestra Basílica Menor San Antonio de Padua fue dirigida por el grupo apostolado La Hermandad de Emaús, con los hermanos Franklin y Charly que nos hablaron sobre la Iglesia Apostólica, este programa es transmitido por la Emisora Admirable Stereo 106.1 fm
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